El lenguaje es una de las herramientas más poderosas que poseemos como seres humanos. Desde los primeros balbuceos de un bebé hasta las complejas narraciones de un niño de seis años, el desarrollo del lenguaje marca un fascinante proceso de crecimiento que va mucho más allá de aprender palabras. Es el medio por el cual los niños estructuran su pensamiento, exploran el mundo y conectan emocionalmente con quienes les rodean.

 En Mirasur School sabemos que acompañar este desarrollo desde los primeros días de vida es crucial para sentar las bases de una comunicación efectiva y enriquecedora. Durante nuestra última Escuela de Familias, exploramos este apasionante tema para ayudar a los padres a comprender cómo evoluciona el lenguaje en sus hijos y qué pueden hacer para estimularlo de forma positiva y natural.

 El lenguaje: más que palabras

 El lenguaje no es solo un medio de comunicación; es un reflejo del desarrollo integral del niño. Su aprendizaje está íntimamente ligado a otras áreas fundamentales como la cognitiva, la motriz y la socioemocional. A través del lenguaje, los niños no solo expresan pensamientos, sino que también procesan experiencias, regulan su conducta y construyen relaciones.

 Además, el lenguaje tiene una dimensión cultural y social innegable. Nos permite transmitir valores, tradiciones y conocimientos, y actúa como un puente que conecta generaciones. Por eso, su desarrollo en los primeros años de vida es decisivo no sólo para la comunicación, sino también para el pleno desarrollo de la personalidad del niño.

 Los primeros pasos hacia el lenguaje

 Aunque pueda parecer que el desarrollo del lenguaje comienza con las primeras palabras, en realidad es un proceso que se inicia desde el nacimiento, incluso antes. Durante los primeros meses de vida, los bebés empiezan a desarrollar lo que se conoce como prerrequisitos lingüísticos. Estas habilidades, como el contacto visual, la atención conjunta y la imitación, son fundamentales para que más adelante puedan adquirir un lenguaje funcional.

 Por ejemplo, el contacto visual, que suele aparecer alrededor de los dos meses, es el primer paso importantísimo. A los seis meses, los bebés comienzan a desarrollar la atención conjunta, que les permite compartir el interés por un objeto con otra persona. Hacia los ocho o diez meses, la imitación se convierte en una herramienta clave para reproducir sonidos y gestos. Todos estos pequeños logros infantiles son esenciales para que, más adelante, el bebé pueda comprender y producir palabras.

 Un viaje fascinante: hitos del desarrollo del lenguaje

El desarrollo del lenguaje es un camino lleno de etapas maravillosas. Durante el primer año de vida, los bebés pasan de emitir sonidos reflejos a producir balbuceos con ritmo y entonación, y hacia el final de este período suelen pronunciar sus primeras palabras.

Es entre los 12 y los 24 meses cuando el vocabulario de los niños crece a pasos agigantados. Comienzan a combinar palabras para formar frases simples y a comprender órdenes sencillas. En esta etapa, la comunicación deja de ser puramente instintiva para volverse intencional: los niños expresan deseos, emociones e ideas con mayor claridad. Podemos tomar como referencia que entre los 18-24 meses los niños deben emplear unas 50 palabras y emitir frases de dos palabras, como por ejemplo: mamá agua.

A partir de los dos años, el lenguaje se vuelve más sofisticado. Los niños empiezan a usar estructuras más complejas, como frases con sujeto, verbo y complemento, aunque todavía cometan errores gramaticales. Entre los tres y los seis años, el vocabulario crece exponencialmente, las narraciones comienzan a tener un hilo conductor y la pronunciación se perfecciona.

 Cómo podemos estimular el lenguaje en casa

El entorno familiar juega un papel crucial en el desarrollo del lenguaje. Los padres y cuidadores son los primeros modelos lingüísticos para el niño, y su manera de comunicarse influye directamente en cómo el pequeño adquiere y perfecciona esta habilidad.

Hablar con el niño desde una edad temprana, narrarle lo que hacemos en el día a día, leer cuentos juntos y cantar canciones son actividades sencillas pero poderosas que fomentan la adquisición del lenguaje. También es importante dar al niño tiempo para expresarse, escucharlo con atención y proporcionarle un modelo correcto sin corregirle de forma negativa.

Por ejemplo, si un niño dice “aba” para pedir agua, en lugar de señalar el error, podemos responderle de manera positiva y enriquecedora: “¿Quieres agua? Ahora te doy agua”. De esta forma, reforzamos el uso correcto del lenguaje sin generar frustración, proporcionando el modelo correcto y ampliando su estructura gramatical.

Además, hay factores que debemos evitar para no entorpecer el desarrollo del lenguaje. El uso prolongado del chupete o biberón, la exposición excesiva a pantallas o la sobreprotección pueden dificultar este proceso. No sólo afecta al desarrollo del lenguaje sino a nivel orofacial, como en el caso del chupete y el biberón, derivando en muchos casos en problemas a nivel de oclusión dental y de funciones orofaciales como la deglución.

Señales de alarma: ¿cuándo consultar a un especialista?

 Cada niño tiene su propio ritmo de desarrollo, pero hay ciertos signos que pueden indicar la necesidad de una valoración por parte de un logopeda. Si un bebé no balbucea ni muestra interés por interactuar antes del primer año, o si un niño de dos años no pronuncia palabras o no responde a su nombre, es recomendable buscar asesoramiento profesional.

Entre los tres y los seis años, dificultades para construir frases, un vocabulario muy limitado o problemas de pronunciación severos son señales que no debemos ignorar. La intervención temprana es clave para abordar estas dificultades de manera efectiva y garantizar un desarrollo óptimo.

 La magia de acompañar el lenguaje

El desarrollo del lenguaje es un proceso mágico y único que merece ser acompañado con dedicación y entusiasmo. Como adultos, tenemos la maravillosa tarea de estimular esta habilidad desde los primeros días de vida, creando un entorno rico en palabras, juegos y amor.

Recordemos siempre que el lenguaje no es solo una herramienta de comunicación, sino también un vehículo para aprender, soñar y conectarnos con el mundo. En nuestras manos está ayudar a los niños a descubrir todo su potencial a través del poder de las palabras.